Salvador Bartolozzi: notas para una biografía (3)
El primer amor
Sobre una anécdota de sus años de adolescencia referida a su primer amor, Bartolozzi escribe uno de sus pocos textos autobiográficos con su característico humor. Publicado en la revista Crónica en 1935:
La primera vez que me enamoré fue de una señora cubana que se llamaba Tula; llevaba unas batas preciosas con muchos lazos y muchos encajes; tenía un loro y cantaba canciones acompañándose con una guitarra. Vivía en la misma casa que mi familia, aunque no en las mismas condiciones, pues ella no pagaba alquiler, por la sencilla razón de que la visitaba con frecuencia un señor asmático que abría la boca como un pez al subir la escalera, y que aquel señor era el casero. Yo tenía entonces catorce años; era tímido, y sin saber lo qué, esperaba. Supe que, además del casero, también cortejaba con éxito a la bella Tula un escultor. Y seguí esperando. Luego me enteré de que con el casero y el escultor obtenía los favores de la cubana un tío mío. Aquello era para desesperarse; pero durante algún tiempo más seguí esperando. Mas estaba escrito que mi amor había de permanecer platónico, y si bien el tiempo fue borrándolo de mi corazón infantil, ha dejado en mi alma un entusiasmo singular por las canciones cubanas, las batas emperifolladas y los loros, y una antipatía extraordinaria por los señores que resoplan al subir las escaleras, sobre todo si da la casualidad de que son caseros míos"
("¿Quiere usted contarme la historia de su primer amor? [confesiones recogidas por Blanca Silveira-Armesto]", Crónica, 27-XII-1935; el reportaje incluye también las respuestas de Magda Donato, Hernández-Catá y Federico García Sanchiz, y las respectivas fotografías de los personajes).
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