Prólogo de Universo Mundo, por Kap


Este es el prólogo, más que generoso, de Universo Mundo, por el maestro Kap

"No hay nada más difícil que pretender una definición de lo que viene a ser el humor o el humorismo. «Intentar definir el humorismo es como pretender atravesar una mariposa usando a manera de alfiler un palo telegráfico», nos advierte Enrique Jardiel Poncela. Con lo fácil que es, en cambio, discernir entre un buen chiste y uno malo; con lo sencillo que es diferenciar –en la mayoría de periódicos- una viñeta de una foto, un pie de foto, una carta al director o un editorial. Y a pesar de ser tan esquivo para los diccionarios, el humor –¡el buen humor!– resplandece meridiano e inequívoco cuando uno se encuentra frente a él. Lo mismo pasa, creo, con este libro. Por mucho que me esfuerce en encontrar las palabras más adecuadas para intentar evidenciar las cualidades de David Vela como humorista, éstas saltan a la vista desde la primera viñeta, convirtiendo cualquier cosa que se diga sobre ellas en redundante e innecesaria.

David es un verdadero maestro en encontrar y combinar en su justa medida los rarísimos ingredientes que componen la misteriosa fórmula del humor. Eso sí, su humor nunca es complaciente, sino más bien tenebroso e inquietante, por lo que sus viñetas, como los licores fuertes, no son aptas para todos los paladares.
Palabras e imágenes son los elementos básicos que la mayoría de humoristas gráficos combinan para transmitirnos sus mensajes críticos, cínicos, regocijantes, satíricos, moralizantes o absurdos.

David utiliza el dibujo como escritura, construyendo a base de impactos visuales un lenguaje simbólico absolutamente gráfico que cada lector debe interpretar a su modo, como
en las viejas alegorías, para reconstruir el mensaje. En una arriesgada y comprometida apuesta personal que roza la pirueta, deja de lado las palabras para componer una imagen cargada de literatura, una síntesis gráfica fuertemente evocadora, un mensaje icónico puro cargado de implicaciones, quizás más ambiguo pero a la vez mucho más contundente que cualquier otro construido solamente con palabras, vicio del que adolecen la mayoría de humoristas actuales, en los que el dibujo no es parte sustancial de su humorismo, sino una mera excusa para transmitir un mensaje literario.

En una obra clásica sobre el género como Apuntes para la historia de la caricatura, Jacinto Octavio Picón sentencia: “La caricatura es la sátira dibujada, la sustitución de la frase por la línea”. Según esta afirmación, David Vela es hoy uno de los principales caricaturistas españoles –si no también de todo el mundo, como acredita su currículum repleto de galardones en
certámenes internacionales de humor–, pues es prácticamente el único que renuncia al texto sin ambages para construir su discurso satírico, recogiendo el testigo de la mejor tradición humorística de Steinberg, Addams, Searle, François, Siné, Chaval o Topor. El universo tétrico que David comparte con estos grandes dibujantes se enriquece con una estética particularísima, mucho más cercana a la pintura que al dibujo de humor. Si tradicionalmente los humoristas han basado la estética de sus trabajos en el trazo y la línea, nuestro autor ha renunciado a la línea para construir sus imágenes satíricas a partir de masas de color que conforman volúmenes macizos y compactos. Luces y sombras, nada de línea. En esta íntima estética se pueden percibir rastros del barroco tenebrista de Juan de Valdés Leal, el dramatismo antinaturalista de Tim Burton o la monumentalidad de Botero, diluidos en la sensibilidad pictórica de David puesta al servicio del humor. Eso sí, un humor duro, felino, inquietante; como aquel lúcido humorista del cual, en palabras de Ramón Gómez de la Serna, «se puede decir que adivina el final del mundo y obra ya en consecuencia con la incongruencia final.»

Jaume Capdevila, Kap

Comentarios

An ha dicho que…
Una gran introducción. Muchisima suerte. SAúdos e apertas