Ramón Gómez de la Serna y Salvador Bartolozzi (11)
POMBO. LA SAGRADA CRIPTA DE POMBO
Terminada la guerra europea, la tertulia se había consolidado ya como centro de atracción de la vida intelectual madrileña, convertida en el espacio de escenificación del ramonismo que su primer actor historia en las misceláneas e inclasificables crónicas Pombo (1918) y La Sagrada Cripta de Pombo (1924). A propósito de la participación de Bartolozzi, las abundantes citas, dibujos y fotografías incluidas en ambos textos comunican la impresión de una presencia discreta pero al mismo tiempo relevante del artista, a quien Ramón cita en primer lugar entre los fundadores "aquellos que cuyo nombre está rayado sobre el mármol" y que aparece ocupando siempre lugar preferente, presidiendo junto a él las veladas sabáticas o la multitud de banquetes organizados por la tertulia17.
En la serie de retratos de los contertulios de Pombo, Ramón caracteriza al dibujante en un texto en el que puede leerse un mohín de reproche, tal vez síntoma de cierto distanciamiento circunstancial, pero en un tono de franca familiaridad18:
Antes estaba más solo Salvador y su imaginación era más libre y lo encontraba todo más a mano. Ahora cada vez es más diplomático, no deja de estar diplomático en ningún momento, cuesta mucho trabajo llevarle a la alegría y a la sinceridad absolutamente faltas de diplomacia (¡Por Dios, Salvador!). Se le ve a Salvador vencido por el diablo, ya casi el diablo, el más representante entre nosotros del diablo recortado y afilado.
Últimamente viéndole de frac en una comida comprendí lo diablo que es. A veces se olvida que es un poco Lucifer y entonces toma parte en lo trivial y como un chico roba los lápices de tal modo que lo le digo ya rebautizándole: Salvador Roba Lápices"
Salvador a veces tiene largas ausencias. Pombo echa de menos al pequeño Satanás que lo olfatea todo y se distrae de las ideas olfateando las cosas, sensual y disoluto. Es que Salvador tiene gripe siempre, su gripita pasajera, por lo que es ya también salvador Bartolozzi y Gripe.
Vuelve siempre, sin embargo. Esperemos que el amigo y el hombre superior vuelva siempre19.
Respondiendo a la confianza de Ramón y pese a sus periódicas desapariciones, el dibujante nunca abandonó la fidelidad a la tertulia y a su creador, frente al desapego de no pocos. Según el testimonio de Antonio Espina, Bartolozzi supo calibrar la talla literaria y el genio creador de Gómez de la Serna, todavía muy cuestionado o trivializado en los primeros años veinte:
Por aquellas alturas de la fecha que indico seguía discutiéndose mucho como escritor a Gómez de la Serna. Nunca fueron los que le negaban gente de auténtica calidad intelectual, aunque a veces circulasen por el mundo enmascarados de tales; pero lo cierto es que había fobias y filias encarnizadas acerca del gran literato. Bartolozzi ¿cómo iba a dudar? Supo ver desde el principio, con la puntualísima mirada de crítico que en tantas ocasiones advertí en él, lo que la obra de Gómez de la Serna significa, como caso único y genial en las letras españolas y su papel precursor respecto a todo el moderno movimiento literario europeo20.
Pombo y La Sagrada Cripta reflejan también en varios textos y dibujos la presencia de Bartolozzi en la conversación o su participación en los habituales pasatiempos, juegos verbales o gráficos, como aquel de los dibujos absurdos y disparatados que "comienzan por un rasgo cualquiera que hace uno y los demás van arrojando todo lo que les sobra"21.
Ambos libros contienen además ilustraciones del dibujante de diversa procedencia. Junto a las ya publicadas en "El café recóndito" se incluye otra que, por su técnica y asunto, parece de a misma época y tal vez estaba destinada igualmente a aquellas páginas de Por Esos Mundos y luego desechada: se trata de una perspectiva del rincón de la cripta, con tres personajes sentados bajo el espejo22.
En otro de los dibujos inéditos incluidos en Pombo Bartolozzi insiste en la evocación de las reminiscencia románticas, retratando al grupo de pombianos con atuendo de época, como nuevos personajes de una página de Ortego; también caracteriza de forma análoga al humorista portugués Leal da Camara y a Tomás Borras, en retratos individuales.
Al respecto, resulta notoria la presencia del dibujante en el reportaje fotográfico del "Banquete de época"; una mascarada carnavalesca celebrada el 13 de febrero de 1922, a la que los asistentes acudieron ataviados a la moda de los tiempos románticos: junto a un Ramón algo improbable en su papel, destaca la más convincente actitud histriónica de Bartolozzi, demostrando sus dotes de actor aficionado23.
Alfonso Reyes, en un texto de 1918, aludiendo a algunas de sus ilustraciones constata el relieve del Bartolozzi en la tertulia, junto a Rafael Romero Calvet, autor de la sugestiva portada de Pombo
Tres hombres dan carácter a esta tertulia: uno, el gran Ramón; otro, Bartolozzi; otro, Romero Calvet. Estos dos, a fuerza de representar la tertulia en sus dibujos, le han comunicado cierto perfil, ayudándonos, con su genio gráfico, a percibir su verdadero sentido. Bartolozzi pone a los contertulios con altos cubiletes de seda de los tiempos románticos. Romero Calvet dibuja la máscara nocturna de la cuidad, y abajo, muy abajo, en la sexta o séptima capa subterránea, la Cripta de Pombo, abriendo su gran boca de luz sobre una avenida de charcos24.
En efecto, Bartolozzi se convirtió en presencia característica de Pombo y en uno de los lugartenientes de Ramón, asistiendo en la década de los veinte al relevo de contertulios más o menos habituales y a la entrada de nuevas generaciones de artistas y escritores, los Neville, Jardiel Poncela, Botín Polanco, Valentín de Andrés o Almada. Algunos de los citados actuaron como jefes de fila, a las órdenes de Bartolozzi y del poeta Paco Vighi —considerado por Ramón su "mano derecha" en Pombo— en la curiosa organización de los "alabarderos" pombianos con ocasión del estreno de Los medios seres en diciembre de 1929 en el teatro Alkázar25.
Fuente Boletín Ramón
Notas
17 La cita corresponde a Pombo, p. 78. Resultan detalles significativos la presencia destacada de su firma en la primera página del "álbum de Pombo" junto a la barroca rúbrica de Ramón y bajo la de Manuel Abril (La Sagrada Cripta, p. 371) y de su imagen en la larga nómina fotográfica de "Los que han pasado por Pombo" en tercer lugar tras el retrato "a los cinco años" de Ramón y una instantánea de Borrás (Ibídem, p. 359).
Por otra parte, en La Sagrada Cripta de Pombo queda constancia escrita y gráfica de su asistencia a varios actos públicos: el homenaje a José Gutiérrez Solana, celebrado el 5- I-1921 (fotografía en p. 305); Ortega y Gasset (fotografía en p. 405); Grandmontagne (p. 423 y fotografía en p. 429) y Díez Canedo, celebrado el 17-X-1922 (fotografía en p. 451); el Banquete "a don Nadie" con presencia de Unamuno el 6-V- 1922 (fotografía en p. 440); el "Banquete a todos los pombianos por orden alfabético" (p. 702 y fotografía en p. 451); el "Banquete transpapelado" (p. 488) y el homenaje a Ramón en Llhardy el 13-III-1923 (fotografía en p. 632).
18 En el mismo Pombo, este matiz de familiaridad puede advertirse en diversas alusiones en las que Ramón evoca su primeros años de amistad, la época de sus reuniones en el Café Universal: así, en su descripción de Montecarlo recuerda a una viejecita de aquel café: "(Querido Salvador, esa viejecita de noventa y tantos años que usted me ha enseñado sentada en el café Universal y que después hemos visto tantas tardes, abunda en estas mesas. La mantiene con el bastante aceite el juego. Son viejas Urracas que juegan)" (p. 294); también asocia al dibujante con un desaparecido personaje bohemio: "Salvador Bartolozzi es el que más le recuerda en esa época en que él era también muy amigo de Cornutti. A Salvador le hemos preguntado mucho por aquella alma salida y en pena, y, sobre todo, le preguntamos, sin que él sepa contestarnos: - Salvador, ¿Cornutti no tenía un perro grande de ojos sabios?" (p. 128).
19 Pombo, pp. 98-99. En las páginas citadas se incluye una fotografía del dibujante en animada conversación bajo el espejo de Pombo. Respecto al aspecto luciferino de Bartolozzi, Ramón vuelve a observarlo en referencia a un tercer personaje, Crespo: "Si no hubiera dicho que el gran Salvador es Lucifer, diría que este hombre es Mefistófeles, aunque claro está que Salvador es eso de un modo muy serio con frac negro" (Ibídem, p. 147). También alude a su gripe crónica en uno de sus característicos apuntes humorísticos (La Sagrada Cripta, p. 243).
20 Antonio Espina, op. cit., p. VIII. Líneas más adelante, el autor alude a su primer encuentro con el artista: "En la tertulia de Pombo conocí yo a Salvador Bartolozzi una invernal noche de sábado de 1919, de la que recuerdo perfectamente dos detalles: a Solana de cara a la pared, cantando estentóreamente "La Maledizione" de Rigoletto, y a Gómez de la Serna sacando de un baúl ejemplares de su último libro, que nos iba lanzando a la cabeza a los contertulios, previamente dedicados (los libros) con tinta roja". En Nuevos retratos contemporáneos y otros retratos, Ramón cita estos y otros párrafos del libro de Espina sobre Bartolozzi y confiesa "que me ha conmovido como pocas cosas", mostrando cierta sorpresa por la evocación emocionada de Pombo de aquel antiguo contertulio luego alejado por la guerra: "Sabe mi posición, que no compartimos las ideas políticas [...] yo ya me creía un poco alejado de él" (op. cit., pp. 728-729).
21 El perfil de Bartolozzi aparece en dos caricaturas del grupo realizadas por César Abín (Pombo, pp. 74-75). Con otros pombianos firma el "Apéndice íntimo de Pombo" (ibídem, p. 283). Ramón deja constancia de su participación en diversos divertimentos: "Dibujos juegos y conversaciones (ibídem, pp. 177-179), el "concurso de palabras expresivas" o en el juego "a los prohibidos" con Bagaría (La Sagrada Cripta, pp. 259 y 541).
22 La Sagrada Cripta, p. 387 y 138 (los dibujos ya publicados en "El café recóndito" aparecen en Pombo, pp. 72 y 198 y La Sagrada Cripta , pp. 158, 166 y 233). Reproduce también Ramón un "improntu" de Bartolozzi, un sencillo apunte de las botellas, vasos y cucharas sobre el mármol (Pombo, p. 198) y su retrato, ya publicado en El doctor inverosímil (La Sagrada Cripta, p. 588). También entre las fotografías de los objetos de su torreón, incluye la curiosa mascarilla de su rostro que vaciaron en yeso los hermanos Bartolozzi (ibídem, p. 595).
23 El grupo de románticos pombianos aparece a doble página en Pombo (pp. 82 y 83); el retrato del humorista luso incluye la siguiente explicación "hecho por Bartolozzi para que en el libro sobre España que publicó Leal da Camara en Portugal lo pudiese intercalar en la larga mesa de caballeros Pombianos con sombrero de copa "afurrilado", como le llamó en su libro Leal, y que el principio de Pombo dibujó Bartolozzi y se reproduce en páginas anteriores" (p. 136). La imagen de Borrás, en: La Sagrada Cripta, p. 554. En el mismo volumen puede verse el comentario sobre el "Banquete de época", junto a un amplio reportaje fotográfico y la caricatura de Fresno (pp. 476-473).
24 Alfonso Reyes, "Ramón Gómez de la Serna"(1918)" en Ramón Gómez de la Serna (Tristán), Libro Nuevo, op. cit., p. 12. También aluden a la presencia del dibujante: Antonio de Hoyos —"Bartolozzi, pueril, arbitrario"— en "Pombo" (1918) y José Gutiérrez Solana, "Después de este largo viaje" (1923), ambos recogidos en Ramón en cuatro entregas, op. cit., T. II, p. 82 y p. 73, respectivamente
25 Véanse al respecto: Rafael Flórez, "Crónica de una batalla anunciada (el estreno de Los medios seres)", Cuadernos de El Público, núm. 33, Madrid, Ministerio de Cultura, (V-1988), p. 20 y Agustín Muñoz-Alonso López, op. cit., pp. 204-207. Flórez relata la preparación en Pombo el sábado anterior al estreno: "Ramón flanqueado señeramente por sus lugartenientes Salvador Bartolozzi y Paco Vighi, fue distribuyendo las localidades de invitados de manera táctica para contrarrestar la reacción esperada de los estrenistas habituales y demás espectadores [...] Estratega de la provocación vanguardista desde la adolescencia, responsabilizaba así a sus jefes de filas: Salvador Bartolozzi y Paco Vighi quedando designados coordinadores generales desde sus respectivas y distanciadas butacas de patio con un juego de señales a base de nardos [...]". Detalla después la disposición de los distintos grupos distribuidos en el Alkázar y encabezados por Edgar Neville, Antonio Botín Polanco, Serafín Adame, Enrique Jardiel Poncela y Angel Lázaro junto a cuatro mujeres: Josefina Ranero, Carmen de Burgos, Magda Donato y su hermana Margarita Nelken. Véase también el recuerdo de Neville a propósito de Pombo: "allí estaban con Ramón, nuestros mayores: los Solanas, Vighi, Tomás Borrás, Bartolozzi y muchos más" ("Ramón. El buque nodriza", Indice de Artes y Letras, núm. 76, I-1955, p. 5).
En la serie de retratos de los contertulios de Pombo, Ramón caracteriza al dibujante en un texto en el que puede leerse un mohín de reproche, tal vez síntoma de cierto distanciamiento circunstancial, pero en un tono de franca familiaridad18:
Antes estaba más solo Salvador y su imaginación era más libre y lo encontraba todo más a mano. Ahora cada vez es más diplomático, no deja de estar diplomático en ningún momento, cuesta mucho trabajo llevarle a la alegría y a la sinceridad absolutamente faltas de diplomacia (¡Por Dios, Salvador!). Se le ve a Salvador vencido por el diablo, ya casi el diablo, el más representante entre nosotros del diablo recortado y afilado.
Últimamente viéndole de frac en una comida comprendí lo diablo que es. A veces se olvida que es un poco Lucifer y entonces toma parte en lo trivial y como un chico roba los lápices de tal modo que lo le digo ya rebautizándole: Salvador Roba Lápices"
Salvador a veces tiene largas ausencias. Pombo echa de menos al pequeño Satanás que lo olfatea todo y se distrae de las ideas olfateando las cosas, sensual y disoluto. Es que Salvador tiene gripe siempre, su gripita pasajera, por lo que es ya también salvador Bartolozzi y Gripe.
Vuelve siempre, sin embargo. Esperemos que el amigo y el hombre superior vuelva siempre19.
Respondiendo a la confianza de Ramón y pese a sus periódicas desapariciones, el dibujante nunca abandonó la fidelidad a la tertulia y a su creador, frente al desapego de no pocos. Según el testimonio de Antonio Espina, Bartolozzi supo calibrar la talla literaria y el genio creador de Gómez de la Serna, todavía muy cuestionado o trivializado en los primeros años veinte:
Por aquellas alturas de la fecha que indico seguía discutiéndose mucho como escritor a Gómez de la Serna. Nunca fueron los que le negaban gente de auténtica calidad intelectual, aunque a veces circulasen por el mundo enmascarados de tales; pero lo cierto es que había fobias y filias encarnizadas acerca del gran literato. Bartolozzi ¿cómo iba a dudar? Supo ver desde el principio, con la puntualísima mirada de crítico que en tantas ocasiones advertí en él, lo que la obra de Gómez de la Serna significa, como caso único y genial en las letras españolas y su papel precursor respecto a todo el moderno movimiento literario europeo20.
Pombo y La Sagrada Cripta reflejan también en varios textos y dibujos la presencia de Bartolozzi en la conversación o su participación en los habituales pasatiempos, juegos verbales o gráficos, como aquel de los dibujos absurdos y disparatados que "comienzan por un rasgo cualquiera que hace uno y los demás van arrojando todo lo que les sobra"21.
Ambos libros contienen además ilustraciones del dibujante de diversa procedencia. Junto a las ya publicadas en "El café recóndito" se incluye otra que, por su técnica y asunto, parece de a misma época y tal vez estaba destinada igualmente a aquellas páginas de Por Esos Mundos y luego desechada: se trata de una perspectiva del rincón de la cripta, con tres personajes sentados bajo el espejo22.
En otro de los dibujos inéditos incluidos en Pombo Bartolozzi insiste en la evocación de las reminiscencia románticas, retratando al grupo de pombianos con atuendo de época, como nuevos personajes de una página de Ortego; también caracteriza de forma análoga al humorista portugués Leal da Camara y a Tomás Borras, en retratos individuales.
Al respecto, resulta notoria la presencia del dibujante en el reportaje fotográfico del "Banquete de época"; una mascarada carnavalesca celebrada el 13 de febrero de 1922, a la que los asistentes acudieron ataviados a la moda de los tiempos románticos: junto a un Ramón algo improbable en su papel, destaca la más convincente actitud histriónica de Bartolozzi, demostrando sus dotes de actor aficionado23.
Alfonso Reyes, en un texto de 1918, aludiendo a algunas de sus ilustraciones constata el relieve del Bartolozzi en la tertulia, junto a Rafael Romero Calvet, autor de la sugestiva portada de Pombo
Tres hombres dan carácter a esta tertulia: uno, el gran Ramón; otro, Bartolozzi; otro, Romero Calvet. Estos dos, a fuerza de representar la tertulia en sus dibujos, le han comunicado cierto perfil, ayudándonos, con su genio gráfico, a percibir su verdadero sentido. Bartolozzi pone a los contertulios con altos cubiletes de seda de los tiempos románticos. Romero Calvet dibuja la máscara nocturna de la cuidad, y abajo, muy abajo, en la sexta o séptima capa subterránea, la Cripta de Pombo, abriendo su gran boca de luz sobre una avenida de charcos24.
En efecto, Bartolozzi se convirtió en presencia característica de Pombo y en uno de los lugartenientes de Ramón, asistiendo en la década de los veinte al relevo de contertulios más o menos habituales y a la entrada de nuevas generaciones de artistas y escritores, los Neville, Jardiel Poncela, Botín Polanco, Valentín de Andrés o Almada. Algunos de los citados actuaron como jefes de fila, a las órdenes de Bartolozzi y del poeta Paco Vighi —considerado por Ramón su "mano derecha" en Pombo— en la curiosa organización de los "alabarderos" pombianos con ocasión del estreno de Los medios seres en diciembre de 1929 en el teatro Alkázar25.
Fuente Boletín Ramón
Notas
17 La cita corresponde a Pombo, p. 78. Resultan detalles significativos la presencia destacada de su firma en la primera página del "álbum de Pombo" junto a la barroca rúbrica de Ramón y bajo la de Manuel Abril (La Sagrada Cripta, p. 371) y de su imagen en la larga nómina fotográfica de "Los que han pasado por Pombo" en tercer lugar tras el retrato "a los cinco años" de Ramón y una instantánea de Borrás (Ibídem, p. 359).
Por otra parte, en La Sagrada Cripta de Pombo queda constancia escrita y gráfica de su asistencia a varios actos públicos: el homenaje a José Gutiérrez Solana, celebrado el 5- I-1921 (fotografía en p. 305); Ortega y Gasset (fotografía en p. 405); Grandmontagne (p. 423 y fotografía en p. 429) y Díez Canedo, celebrado el 17-X-1922 (fotografía en p. 451); el Banquete "a don Nadie" con presencia de Unamuno el 6-V- 1922 (fotografía en p. 440); el "Banquete a todos los pombianos por orden alfabético" (p. 702 y fotografía en p. 451); el "Banquete transpapelado" (p. 488) y el homenaje a Ramón en Llhardy el 13-III-1923 (fotografía en p. 632).
18 En el mismo Pombo, este matiz de familiaridad puede advertirse en diversas alusiones en las que Ramón evoca su primeros años de amistad, la época de sus reuniones en el Café Universal: así, en su descripción de Montecarlo recuerda a una viejecita de aquel café: "(Querido Salvador, esa viejecita de noventa y tantos años que usted me ha enseñado sentada en el café Universal y que después hemos visto tantas tardes, abunda en estas mesas. La mantiene con el bastante aceite el juego. Son viejas Urracas que juegan)" (p. 294); también asocia al dibujante con un desaparecido personaje bohemio: "Salvador Bartolozzi es el que más le recuerda en esa época en que él era también muy amigo de Cornutti. A Salvador le hemos preguntado mucho por aquella alma salida y en pena, y, sobre todo, le preguntamos, sin que él sepa contestarnos: - Salvador, ¿Cornutti no tenía un perro grande de ojos sabios?" (p. 128).
19 Pombo, pp. 98-99. En las páginas citadas se incluye una fotografía del dibujante en animada conversación bajo el espejo de Pombo. Respecto al aspecto luciferino de Bartolozzi, Ramón vuelve a observarlo en referencia a un tercer personaje, Crespo: "Si no hubiera dicho que el gran Salvador es Lucifer, diría que este hombre es Mefistófeles, aunque claro está que Salvador es eso de un modo muy serio con frac negro" (Ibídem, p. 147). También alude a su gripe crónica en uno de sus característicos apuntes humorísticos (La Sagrada Cripta, p. 243).
20 Antonio Espina, op. cit., p. VIII. Líneas más adelante, el autor alude a su primer encuentro con el artista: "En la tertulia de Pombo conocí yo a Salvador Bartolozzi una invernal noche de sábado de 1919, de la que recuerdo perfectamente dos detalles: a Solana de cara a la pared, cantando estentóreamente "La Maledizione" de Rigoletto, y a Gómez de la Serna sacando de un baúl ejemplares de su último libro, que nos iba lanzando a la cabeza a los contertulios, previamente dedicados (los libros) con tinta roja". En Nuevos retratos contemporáneos y otros retratos, Ramón cita estos y otros párrafos del libro de Espina sobre Bartolozzi y confiesa "que me ha conmovido como pocas cosas", mostrando cierta sorpresa por la evocación emocionada de Pombo de aquel antiguo contertulio luego alejado por la guerra: "Sabe mi posición, que no compartimos las ideas políticas [...] yo ya me creía un poco alejado de él" (op. cit., pp. 728-729).
21 El perfil de Bartolozzi aparece en dos caricaturas del grupo realizadas por César Abín (Pombo, pp. 74-75). Con otros pombianos firma el "Apéndice íntimo de Pombo" (ibídem, p. 283). Ramón deja constancia de su participación en diversos divertimentos: "Dibujos juegos y conversaciones (ibídem, pp. 177-179), el "concurso de palabras expresivas" o en el juego "a los prohibidos" con Bagaría (La Sagrada Cripta, pp. 259 y 541).
22 La Sagrada Cripta, p. 387 y 138 (los dibujos ya publicados en "El café recóndito" aparecen en Pombo, pp. 72 y 198 y La Sagrada Cripta , pp. 158, 166 y 233). Reproduce también Ramón un "improntu" de Bartolozzi, un sencillo apunte de las botellas, vasos y cucharas sobre el mármol (Pombo, p. 198) y su retrato, ya publicado en El doctor inverosímil (La Sagrada Cripta, p. 588). También entre las fotografías de los objetos de su torreón, incluye la curiosa mascarilla de su rostro que vaciaron en yeso los hermanos Bartolozzi (ibídem, p. 595).
23 El grupo de románticos pombianos aparece a doble página en Pombo (pp. 82 y 83); el retrato del humorista luso incluye la siguiente explicación "hecho por Bartolozzi para que en el libro sobre España que publicó Leal da Camara en Portugal lo pudiese intercalar en la larga mesa de caballeros Pombianos con sombrero de copa "afurrilado", como le llamó en su libro Leal, y que el principio de Pombo dibujó Bartolozzi y se reproduce en páginas anteriores" (p. 136). La imagen de Borrás, en: La Sagrada Cripta, p. 554. En el mismo volumen puede verse el comentario sobre el "Banquete de época", junto a un amplio reportaje fotográfico y la caricatura de Fresno (pp. 476-473).
24 Alfonso Reyes, "Ramón Gómez de la Serna"(1918)" en Ramón Gómez de la Serna (Tristán), Libro Nuevo, op. cit., p. 12. También aluden a la presencia del dibujante: Antonio de Hoyos —"Bartolozzi, pueril, arbitrario"— en "Pombo" (1918) y José Gutiérrez Solana, "Después de este largo viaje" (1923), ambos recogidos en Ramón en cuatro entregas, op. cit., T. II, p. 82 y p. 73, respectivamente
25 Véanse al respecto: Rafael Flórez, "Crónica de una batalla anunciada (el estreno de Los medios seres)", Cuadernos de El Público, núm. 33, Madrid, Ministerio de Cultura, (V-1988), p. 20 y Agustín Muñoz-Alonso López, op. cit., pp. 204-207. Flórez relata la preparación en Pombo el sábado anterior al estreno: "Ramón flanqueado señeramente por sus lugartenientes Salvador Bartolozzi y Paco Vighi, fue distribuyendo las localidades de invitados de manera táctica para contrarrestar la reacción esperada de los estrenistas habituales y demás espectadores [...] Estratega de la provocación vanguardista desde la adolescencia, responsabilizaba así a sus jefes de filas: Salvador Bartolozzi y Paco Vighi quedando designados coordinadores generales desde sus respectivas y distanciadas butacas de patio con un juego de señales a base de nardos [...]". Detalla después la disposición de los distintos grupos distribuidos en el Alkázar y encabezados por Edgar Neville, Antonio Botín Polanco, Serafín Adame, Enrique Jardiel Poncela y Angel Lázaro junto a cuatro mujeres: Josefina Ranero, Carmen de Burgos, Magda Donato y su hermana Margarita Nelken. Véase también el recuerdo de Neville a propósito de Pombo: "allí estaban con Ramón, nuestros mayores: los Solanas, Vighi, Tomás Borrás, Bartolozzi y muchos más" ("Ramón. El buque nodriza", Indice de Artes y Letras, núm. 76, I-1955, p. 5).
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