Salvador Bartolozzi: notas para una biografía (5)
Baile apache. 1902
Los apaches de Bartolozzi
(Fuente: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes)
El ámbito recreado de manera más personal y característica en la obra del joven Bartolozzi surge de la inédita fantasmagoría de la ciudad contemporánea: los rincones ocultos por la dureza de las sombras proyectadas por la moderna luz eléctrica, preferidos por el hampa marginal; los cosmopolitas barrios portuarios, los recovecos y callejuelas que conducen al burdel o al antro que cobija a apaches, chulos y proxenetas; el lado oscuro de las ciudades modernas, que seduce a un artista amigo de aventurarse por barrios bajos, en la penumbra de callejones dudosos.
Era crudo, violento, cruel, sarcástico y a un tiempo mismo sabía dar un atractivo de sombras, de vidas arrastradas o novelescas, algo interior y esencial que indicaba bien a las claras al espectador cómo su propósito no era el de presentar con vulgaridad de realista la crudeza del cuadro, sino lograr ese interés que se manifiesta en toda cosa de la vida igual en lo llamado feo como en lo llamado bonito, y cuyo descubrimiento es el objeto del artista-poeta. Así era Goya, el ennoblecedor de todo lo grotesco, macabro, horrible y desquiciado; el que sabía poner en el mismo rasgo gracia y sátira
Bartolozzi, igualmente deja entrever su simpatía y hasta su entusiasmo sentimental, artístico, por aquel mundo que a un mismo tiempo canta y ensalza con vigor y destreza, con sarcástico ensañamiento.
A los extranjeros y a nosotros nos enseñó un aspecto bien interesante de
Esa original simbiosis de crudeza, sátira y entusiasmo sentimental hacia lo marginal se mantendrá en adelante en muchos de sus dibujos originales, así como en no pocas ilustraciones y estampas publicadas, en las que recreará una amplia galería de tipos que abarcan todas las escalas de la degradación:
La prostituta de arrabal, de moño alto, cara de estuco y boca desgarrada en el apache de morrillo recio y mandíbula sanguinaria; la buscona de café y el sinvergüenza de garito; en todo ello acusa las zambras trágicas, los fulgores lívidos, las actitudes siniestras carnavalescamente macabras. [...] Todo esto acentuó, mostró, satirizó, cantó413.
Y dentro del amplio espectro del universo marginal, el mundo de los apaches parisinos ocupa lugar destacado en la obra de Bartolozzi como asunto íntimamente ligado a su propia experiencia vital. El artista se consagró como uno de sus mejores intérpretes, no sólo en el ámbito español sino en el conjunto del arte europeo de la época, frente a los estereotipos y clichés literarios y artísticos que tendían a deformar y estandarizar el tipo del apache.
Ilustración para la novela El lince
Contra tal tendencia, Bartolozzi aporta en sus dibujos, además del valor de su testimonio de primera mano, una singular perspectiva: aun sin eludir sus rasgos negativos, se inclina por mostrar abiertamente su simpatía por el personaje, exaltando la pose desafiante de la que se podría considerar primera "tribu urbana" del siglo XX. Más allá de la rebeldía bohemia, sobre la que iba pesando toda una tradición melodramática y sentimentaloide, ensalza Bartolozzi la autenticidad de la postura ácrata, primitiva y bárbara del apache frente a las convenciones de la sociedad burguesa y bienpensante de su tiempo.
Identificados por su peculiar argot —que Bartolozzi dominaba a la perfección—, por sus tatuajes y atuendos pintorescos, por la pasional violencia de sus relaciones amorosas o el peculiar desgarro canallesco de sus bailes, los apaches parisinos habían de convertirse pronto en motivo habitual en la literatura y el teatro de fin de siglo. Su perfil literario fue consagrado en la narrativa del citado Jean Lorrain, Francis Carco o Charles Louis Philippe, reduciéndose posteriormente a cliché en multitud de relatos publicados en las colecciones populares de novelas; su imagen será pronto familiar para el gran público de toda Europa al incorporarse como protagonista de los repertorios de teatro de Grand-Guignol, las apachinerías de las revistas del music-hall o de las películas del naciente cinematógrafo414.
Una versión edulcorada del baile apache de los años treinta. Puede verse otra humorística aquí
Como consecuencia de esta enorme difusión se fue formando un estereotipo falseado del apache, que llegará a nutrir el esnobismo de los salones burgueses, asimilado como una moda más del vestir femenino. Superados en su violencia por la locura de
Apaches en la versión de los célebres muñecos de Bartolozzi
Con un tratamiento mucho más riguroso y auténtico, los apaches fueron asunto permanente en la obra más personal de Bartolozzi, que expuso distintos dibujos originales en los Salones de Humoristas —al menos en los madrileños de 1920 y 1922, en el de Barcelona de 1916 y en el de Lisboa de 1920—. También frecuenta el motivo en sus fantásticos muñecos de trapo, por ejemplo, en aquella expresiva pareja "El apache y su compañera" presentada en el VI Salón de Humoristas.
No faltan dibujos e ilustraciones sobre el tema en las páginas de prensa o en colecciones de novela, que por sí mismas dan fe de la originalidad del tratamiento de Bartolozzi frente a la visión más estereotipada de otros dibujantes españoles416. Manuel Abril incluye en el artículo que dedicara al artista en 1913 un primer dibujo sobre el tema, trazado a pluma con trazo limpio y sutil combinado con un denso entramado de líneas para los cabellos y las camisetas de los hombres. Este apunte pudo servir como esbozo del magnífico dibujo publicado dos años después en las páginas artísticas de
No menos convincente es otra escena de taberna que aparece entre las ilustraciones de la novela El lince, publicada en la colección
Ilustración para "El alma sin cuerpo" cuento de José Frances en
La expresión de la relación de pareja, definida por la total sumisión femenina y la celosa y susceptible vigilancia del hombre, vuelve a ser el asunto de otro dibujo que sirve como ilustración a una crónica de Hoyos y Vinent publicada en Los Contemporáneos con el título "La escuela de Caco". En este texto de 1916 el escritor advierte de la paulatina decadencia del mundo de los apaches, en una época en que la frivolidad de la belle époque había transformado sus garitos de París en un espectáculo pintoresco y a ridiculizar su estereotipo en los teatros. No obstante, todavía existían reductos de auténtica marginalidad y, como constata el autor, algunos de sus miembros habían sentado en Madrid sus reales, huyendo de
Físicamente, el apache no es como nuestros pícaros que, discípulos del dómine Cabra, suelen ser esmirriados, enjutos y cetrinos; por el contrario, el tipo apache es costaud: ancho de hombros y de cuello cuadrado, las facciones duras y los ojos verdes o azules.
No faltan tampoco ilustraciones realizadas expresamente para un relato "de apaches": se trata de "Así...", un cuento de Antonio Bermejo de
Retrato de una de las figuras emblemáticas de los Apaches de París, la Casque d'Or, por Toulouse-Lautrec (1890)
NOTAS
413 Manuel Abril, "Artistas españoles. Salvador Bartolozzi", art. cit., p. 86-88.
414 Sobre el mundo de los apaches y su repercusión en la literatura española, véase: Jesús Rubio Jiménez, "Una de apaches: La hija del capitán", Anthropos, 158-159 (julio-agosto, 1994), pp. 104-109. Poseen diverso intéres algunos artículos y crónicas de la época: Luis F. Heredia comenta el tratamiento del asunto en la caricatura francesa y advierte del peligro de la llegada de los apaches a España huyendo de la guerra ("Los apaches y los caricaturistas franceses",
415 Enrique Jardiel Poncela, Amor se escribe sin hache, Madrid, Cátedra, 1990, pp. 259-272. Antes de la divertida escena en la que Zambombo atemoriza a los supuestos apaches de un tugurio parisino, el Autor comenta la obligación a la que se ve abocado de trasladar a los lectores a los bajos fondos parisinos, "cosa que no puede dejar de suceder en ninguna novela de amor medianamente honorable"; pero advierte: "
416 Pueden verse algunos ejemplos: la visión más amable y humorística de Ribas en sus "Tres apaches" expuestos en el Salón Humoristas de 1917 (reproducido en El año artístico 1917, op. cit, p. 24), la versión de Alonso en la ilustración del citado articulo "El triunfo de los apaches", o la más personal y sugestiva de Cerezo Vallejo, "Los apaches",
417 Manuel Abril, "Artistas españoles. Salvador Bartolozzi", art. cit., p. 89; Salvador Bartolozzi, "Tipos parisienses. Apaches en un cabaret",
418 Michel Corday y André Couvreur, El Lince, La novela de Ahora, núm. 146, p. 58.
419 Antonio de Hoyos y Vinent, "La escuela de Caco" en Mientras en Europa mueren..., Los Contemporáneos, 416 (29-XII-1916); José Francés, "El alma sin cuerpo",
420 Antonio Hernández Catá, La piel, op. cit., p. 499.
421 Antonio Bermejo de
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